domingo, 24 de julio de 2011

{Papas aplastadas}



Estas papas son ideales para acompañar un asado o una carne al horno, y se pueden comer con la mano. Una guarnición fácil, original y riquísima.

Porciones: 8 porciones

En el mercado

• 8 papas medianas y parejas
• Sal
• Pimienta negra recién molida
• 150 cc. de aceite de oliva

En la cocina

1) Poner a hervir una cacerola con agua y un poquito de sal.
2) Lavar las papas, agregarlas al agua hirviendo y cocinarlas a fuego lento.
3) Antes de que estén tiernas del todo, retirarlas. Unos 20 minutos aproximadamente.
4) Untar una fuente para horno con aceite de oliva, tomar las papas aún calientes con un repasador y aplastarlas, dándole forma redonda u ovalada.
5) Rociarlas con el aceite de oliva, sal y pimienta negra.
6) Llevar a horno precalentado durante unos minutos hasta que las papas queden crocantes por fuera y tiernas por dentro.

Inspiración: Secretos del Gran Asador, Suplemento del diario Clarín

jueves, 21 de julio de 2011

{Tarta de cebollas}



En el mercado

- Para la masa

300 g. de harina
1 cucharadita de polvo de hornear
150 g. de manteca blanda
1 cucharadita de sal
120 cc. de agua fría

- Para el relleno

900 g. de cebollas
100 g. de manteca
Sal y pimienta, a gusto

- Para la crema de queso

4 huevos
¼ litro de leche hirviendo
200 g. de queso rallado
200 cc. de crema de leche
Sal y pimienta, a gusto

En la cocina

- Para la masa

1) Sobre la mesada, tamizar la harina junto con la sal y el polvo de hornear.
2) Hacer un hueco en el centro y colocar la manteca blanda.
3) Agregar de a poco el agua fría mientras se unen todos los ingredientes hasta obtener una masa tierna.
4) Amasar bien la masa hasta lograr que esté bien lisita. Taparla y dejarla descansar sobre la mesada.

- Para el relleno

1) Pelar las cebollas, cortarlas en rodajas bien finamente y separarlas en aros.
2) Rehogarlos en una sartén con manteca derretida. Tapar y dejar cocina a fuego suave hasta que las cebollas estén tiernas.
3) Retirar del fuego, salpimentar y reservar.

- Para la crema de queso

1) Batir los huevos en un bowl agregando de a poco la leche hirviendo.
2) Agregar la crema de leche y el queso rallado.
3) Salpimentar y reservar.

- Armado y cocción

1) Estirar la masa y forrar un molde de tarta desmontable.
2) Colocar las cebollas rehogadas y encima, cubrir con la crema de queso.
3) Cocinar a horno suave hasta que la masa y el relleno estén dorados.

Inspiración: Revista Viva, diario Clarín

{Budín de banana}



Esta receta la tomé prestada de un blog de cocina. Al principio pensé que iba a resultar muy pesado y dulce pero fue una sorpresa descubrir que es muy suave y esponjoso.
Yo lo acompañaría con un té bien caliente de vainilla de Twinings.

En el mercado

3 bananas chicas maduras
250 g. de harina leudante
120 g. de manteca
150 g. de azúcar
3 huevos
1 cucharadita de esencia de vainilla
Azúcar impalpable

En la cocina

1) Hacer un puré con las bananas.
2) Batir el azúcar con la manteca hasta que quede como una crema, agregar los huevos de a uno y continuar batiendo hasta que se incorporen bien.
3) Agregar el puré de banana y todos los ingredientes secos, previamente tamizados.
4) Colocar la mezcla en una budinera enmantecada y enharinada.
5) Cocinar a horno moderado por aproximadamente 40 minutos.
6) Desmoldar tibio y espolvorear con azúcar impalpable.

Inspiración: Dos cucharadas

martes, 19 de julio de 2011

Guiso de lentejas



Hace unos días que vengo con ganas de preparar un guiso de lentejas y esta tarde, sintiendo el frío penetrar mi alma, decidí hacer uno bien rico.

En la cocina

500 g. de lentejas secas [se puede reemplazar por 3 latas de lentejas remojadas]
1 diente de ajo
3 cebollas
2 ajíes rojos
2 chorizos colorados
200 g. panceta
1 lata de puré de tomate / salsa de tomate mía
2 papas (opcional)
2 zanahorias  (opcional)
1/2 cucharadita de ají molido
1/2 cucharadita de orégano
1/2 cucharadita de condimento para pizza [la marca Alicante es un poco más picante]
1/2 cucharadita de pimentón
Sal y pimienta negra, a gusto
Aceite, cantidad necesaria

En la cocina

1) Dejar las lentejas en remojo durante 8 horas como mínimo [de ser posible, toda una noche].
2) Desechar el agua de remojo y pasarlas a una cacerola.
3)Cubrir con abundante agua [el doble de agua que de lentejas], hervir hasta que estén tiernas [probar algunas], retirar y dejar reposar.
4) En una cacerola grande colocar el aceite, el ajo, las cebollas y los ajíes cortados y rehogar durante 5 minutos.
5) Agregar el chorizo colorado cortado en rodajas y cocinar durante 2 minutos.
6) Agregar el tomate y condimentar. Tener en cuenta al salar que, tanto la panceta como el chorizo colorado son muy salados.
7) Cubrir con agua hasta tapar todos los ingredientes, tapar y dejar cocinar durante una hora.
8) Luego, agregar las papas y las zanahorias cortadas en cubos medianos, volver a cubrir con agua si fuera necesario y dejar cocinar durante 7 minutos.
9) Agregar las lentejas, revolver bien y dejar cocinar de 5 a 10 minutos más para que se mezcle todo.
10) Si es necesario, agregar más agua. Tener en cuenta que a partir de este momento, el agua que se va a consumir será muy poca, por lo tanto, la cantidad que se le agregue dependerá de si lo prefiere más o menos espeso.

Mientras lo preparaba iba escuchando una canción que se llama "Face à la mer" de un disco de Blank & Jones. Muy recomendable.

domingo, 17 de julio de 2011

Tarta brownie muy fácil



Esta receta la hice el jueves pasado que venía gente a comer y salí bastante tarde del trabajo. Y como no tenía demasiado tiempo para dudar, utilicé los brownies de Exquisita. Sólo los cociné durante 20 minutos a fuego mínimo. Ése es el gran secreto. Y la verdad es que no me fallaron.
Desde luego que pueden hacerse con brownies caseros. Imagino que la tarta va a resultar aún más deliciosa.

En el mercado

1 paquete de brownies de chocolate Exquisita
200 g. de dulce de leche
200 cc. de crema chantilly
Chocolate rallado para decorar

En la cocina

1) Preparar los brownies según instrucciones del paquete.
2) Cuando los brownies estén fríos, cubrirlos con el dulce de leche y con la crema chantilly.
3) Decorar con chocolate rallado.
4) Enfriar en heladera un rato y servir.

viernes, 15 de julio de 2011

Curd de maracuyá



En el mercado

1 taza de pulpa de maracuyá [si son grandes y maduras, 4, si no 6]
4 yemas
2 huevos
½ taza de azúcar
120 g. de manteca

En la cocina

  • Cortar al medio las frutas, retirar la pulpa aprovechando todo el jugo y pasarla por la procesadora o por la licuadora para que se desprendan las semillas.
  • Colar la pulpa, reservar una cucharada de semillas y desechar el resto.
  • Derretir la manteca en una cacerola pequeña a baño María e incorporar la pulpa de maracuyá, el azúcar y los huevos.
  • Mezclar constantemente con una cuchara de madera hasta que hierva.
  • Sin dejar de mezclar, cocinar por dos o tres minutos más, hasta que espese.
  • Retirar del fuego y colar la preparación.
  • Agregar las semillas de maracuyá.
  • Dejar enfriar un poco y guardar en un frasco esterilizado con tapa, en la heladera.
  • Luego, cubrir cada tartita con una capa de curd de maracuyá.

El curd es una crema que se suele utilizar para relleno de tortas y de tartas. Adicionalmente, puede usarse para untar galletitas o scons.

Inspiración: El tenedor rosa

{Lemon curd}



Un amigo me regaló una bolsa inmensa de limones que extrajo del limonero de la casa de su mamá. Y, ¿qué dice el refrán? "Si la vida te da limones, entonces, hacé limonada". Y en eso estamos. En el horno se están terminando de cocinar unos deliciosos cuadraditos de limón y estoy a punto de empezar a preparar el lemon curd que tomé prestado de la revista de Maru Botana.

Porciones: 1 kilo

En el mercado

6 u 8 limones
575 g. de azúcar impalpable
225 g. de manteca
5 huevos

En la cocina

1) Exprimir los limones para obtener 300 cc. de jugo.
2) Rallar las cáscaras y mezclar todo en un bol junto con el azúcar.
3) Agregar la manteca cortada en cubos pequeños y llevar a baño María a fuego muy suave.
4) Revolver hasta que el azúcar se haya disuelto y la manteca derretido.
5) Retirar y dejar enfriar.
6) Batir apenas los huevos y volcarlos, pasados por un colador, sobre la preparación reservada.
7) Llevarlo nuevamente a fuego mínimo y cocinar, revolviendo constantemente con cuchara de madera, sin dejar que hierva, durante 20 minutos o hasta que la mezcla espese.
8) Retirar, dejar enfriar y envasar en frascos esterilizados.

Tartitas de chocolate y maracuyá



Porciones: 8 tartitas

En el mercado

- Para la masa sucrée

300 g. de harina 0000 [o 280 g. de harina + 20 g. de cacao]
80 g. de azúcar
1 pizca de sal
150 g. de manteca
1 huevo
1 chorrito de agua fría, si es necesario

- Para el ganache de chocolate

170 g. chocolate semiamargo [o de chocolate blanco]
100 g. crema de leche

- Para el curd de maracuyá

1 taza de pulpa de maracuyá [si son grandes y maduras, 4, si no 6]
4 yemas
2 huevos
½ taza de azúcar
120 g. de manteca

En la cocina

- Para la masa

1) Mezclar la harina con el azúcar y la sal. Agregar la manteca fría en cubos e integrar con las manos, hasta obtener un arenado.
2) Agregar el huevo y un chorrito de agua, si es necesario, para terminar de formar el bollo.
3) Envolver con papel film y guardar en la heladera por una hora.
4) Precalentar el horno a fuego medio.
5) Estirar la masa sobre una superficie enharinada y con ella forrar la base de los moldes, previamente enmantecados.
6) Pinchar un poco la masa con un tenedor y llevar las tartitas al horno hasta que esté apenas dorada. Dejar que se enfríen un poco, desmoldarlas, y dejarlas terminar de enfriar sobre una rejilla.

- Para el ganache

1) Calentar la crema de leche en una cacerolita, hasta que llegue a punto de ebullición. Apagar del fuego y agregar el chocolate picado.
2) Dejar reposar 10 minutos y recién entonces revolver hasta que el chocolate se disuelva completamente.
3) Rellenar las tartitas y llevar a la heladera hasta que se ponga firme.

- Para el curd de maracuyá

1) Cortar al medio las frutas, retirar la pulpa aprovechando todo el jugo y pasarla por la procesadora o por la licuadora para que se desprendan las semillas.
2) Colar la pulpa, reservar una cucharada de semillas y desechar el resto.
3) Derretir la manteca en una cacerola pequeña a baño María e incorporar la pulpa de maracuyá, el azúcar y los huevos.
4) Mezclar constantemente con una cuchara de madera hasta que hierva.
5) Sin dejar de mezclar, cocinar por dos o tres minutos más, hasta que espese.
6) Retirar del fuego y colar la preparación.
7) Agregar las semillas de maracuyá.
8) Dejar enfriar un poco y guardar en un frasco esterilizado con tapa, en la heladera.
9) Luego, cubrir cada tartita con una capa de curd de maracuyá.

El curd es una crema que se suele utilizar para relleno de tortas y de tartas. Adicionalmente, puede usarse para untar galletitas o scons.

Inspiración: El tenedor rosa

jueves, 14 de julio de 2011

Cinnamon rolls



Esta receta es ideal para acompañar un té de naranja y canela, una tardecita fría de invierno.

En el mercado

Masa de pizza endulzada [reemplazar el aceite de oliva por manteca, agregarle un huevo y en vez de agua, usar leche]
2 tazas de azúcar
1/2 taza de canela [más o menos, dependiendo de su gusto por la canela]
Manteca clarificada, cantidad necesaria

En la cocina

1) En una procesadora, armar una masa suave y dejarla levar hasta que duplique su tamaño.
2) Mezclar el azúcar y la canela.
3) Con un palo de amasar estirar la masa hasta medio centímetro de espesor.
4) Pintar con la manteca y espolvorear con la mezcla de azúcar y canela con azúcar.
5) Enrollar y hacer cortes verticales de 2 dedos de altura.
6) Oonerlos en un molde, pegaditos unos con otros y dejamos levar nuevamente hasta que dupliquen su volumen [una hora más].
7) Cocinar en horno medio hasta que doren y servirlos tibios con un rico té.

Inspiración: Plato del día

Tea for the soul



When little things are going amiss...



a little tea just does the trick!



I hope tea brings you heart as much contentment as it brings to me.

Inspiración: Linen & Verbena

miércoles, 13 de julio de 2011

{Gougères}



Porciones: 36 unidades

En el mercado

1 taza de leche
110 g. de manteca
1 cucharadita de sal
1 pizca de pimienta negra
1 pizca de nuez moscada (opcional)
1 taza de harina
1 taza de queso gruyère o parmesano
4 huevos

En la cocina

1) Calentar a fuego moderado la leche junto con la manteca, la sal, la pimienta y la nuez moscada.
2) Agregar la harina de golpe y batir vigorosamente con una cuchara de madera hasta obtener una mezcla homogénea.
3) Cocinar revolviendo constantemente a fuego suave por dos minutos y volcar la mezcla caliente dentro del bol de una procesadora.
4) Inmediatamente, agregar los quesos gruyère y parmesano rallados y un huevo.
5) Procesar y seguir incorporando el resto de los huevos de a uno.
6) Cuando la masa esté suave y pegajosa, llenar una manga con pico grande liso y hacer bolitas de 3 cm. de diámetro sobre una placa de horno enmantecada y enharinada.
7) Con los dedos humedecidos, bajar los picos de la masa de la superficie de las bolitas. Pincelarlas con huevo batido con unas gotas de agua y espolvorearlos con queso gruyère rallado.
8) En horno precalentado, cocinar por 15 minutos a fuego moderado hasta que estén dorados por fuera y blandos por dentro.

Inspiración: Revista Maru Botana

París, 16 lugares en Buenos Aires para comer como un buen francés



Esta nota cuenta adónde tenés que ir a para sentirte a orillas del Sena.

Querés salir a comer bien en un lugar que tenga algo de glamour. ¿Qué restaurante elegís? Pensá bien. ¿Cuánto hace que no vas a un restaurante francés?

Nadie se atreve a discutir los logros de los franceses. De hecho, hay algo de francés en todos los restaurantes (palabra francesa, justamente). El concepto de menú, el servicio de comidas, el sommelier y la disposición de la vajilla fueron inventados en Francia. La patisserie, los panes del desayuno, la mayoría de las salsas modernas y casi todos los utensilios de cocina tienen su génesis en París. Los bistrots y las pizarras anunciando platos en las veredas vienen de allá.

Por otra parte, si hoy en día no se concibe un gran restaurante sin un gran chef, también se lo debemos a los franceses, quienes aportaron las primeras estrellas en el firmamento culinario. Nombres como Antonin Carême, Auguste Escoffier o el propio Bocuse, han hecho su aporte revolucionario para que Francia siguiera siendo "la" referencia en materia de cocina.

Desde JOY proponen una apología de la cocina francesa: una experiencia que todo foodie que se precie debe vivir.

Restaurantes

Cuando en 1789 la Revolución Francesa decidió que lo mejor que se podía hacer con los nobles era descabezarlos, tuvo el buen tino de preservar a sus cocineros que, habiendo quedado desempleados y sin patrones a quienes servir, se animaron a abrir locales y ofrecer sopas reconstituyentes o restauradoras: de ahí el nombre de “restaurant”. Luego, la demanda se hizo más sofisticada y así aparecieron las listas de platos con precios fijos.

Según el escritor Alain Drouard, “antes de la revolución había menos de un centenar de restaurantes en París, pero hacia 1804, el número se había multiplicado por cinco o seis”. Si bien hoy la palabra se usa genéricamente (se le llama restaurante al salón de un hotel cinco estrellas y también a una fonda de barrio), a diferencia de otros establecimientos, los restaurantes suelen ser formales, prestan especial atención al servicio de mesa y se caracterizan por presentar su oferta culinaria en una ordenada carta. Para ocasiones especiales, estos son algunos de los franceses más recomendables de Buenos Aires.

Les Anciens Combattants

Alexandre Sourou, lacónico y misterioso cocinero oriundo de Toulouse, recibe a la gente en la puerta de la Asociación de Combatientes Franceses, ubicada en el barrio de Constitución. Uno no espera encontrarse con un restaurante sofisticado oculto en esa casona neobarroca que perteneció a la viuda de Canale. En un ambiente decadente pero encantador, entre banderas y trofeos de guerra, Alexandre realiza una cocina clásica del Midi-Pyrénées (típica de los pirineos franceses, en la frontera con España), con fuerte acento en las carnes de caza. Dos de los platos típicos son las perdices con salsa de pétalos de rosas y el jabalí con cacao, cognac y piñones. Sólo tiene ocho mesas y es necesario reservar con anticipación. Cuesta unos $150 por barba (perdón, por moustache). Abre de martes a sábados por la noche.
Santiago del Estero 1435, Constitución
T. 4305-1701

La Bourgogne

Capitaneado por el incombustible Jean Paul Bondoux, La Bourgogne sigue siendo la quintaesencia del lujo francés en Buenos Aires. Ubicada dentro del Hotel Alvear, es uno de los pocos lugares en los que vale la pena romper el chanchito y celebrar un aniversario o impresionar a algún extranjero con una comida de negocios. Jean Paul realiza cocina tradicional francesa. Uno de sus platos emblemáticos es la silla de cordero cocida en pan de aceituna con hierbas de Provence acompañado de ratatouille de verduras y panisses. Otro: el magret de pato a la miel de caña perfumada con cedrón, acompañado de frutas de estación marinadas con pimientas exóticas. Abre de lunes a viernes al mediodía y sábados por la noche. El precio por persona oscila entre los $250 al mediodía y unos $450 por la noche.
Ayacucho 2027, Recoleta
T.4808-2100

Le Sud

Olivier Falchi ha reemplazado con éxito a Thierry Pszonka en la gestión de la cocina de Le Sud, el restaurante del Hotel Sofitel, ubicado en la muy parisina calle Arroyo. El restaurante, en la planta baja de la Torre Mihanovich, es pequeño (quizás demasiado), de techos bajos pero cuenta con un servicio impecable y con una carta que contempla algunos clásicos franceses como la terrina de foie gras con uvas al oporto y pan de especias, la cassoulet de Castelnaudary, una suerte de puchero francés, cocinado a fuego lento en cacerola de barro, que lleva alubias, confit de pato, ajo, chorizo y corteza de cerdo. También hay un rincón para los platos criollos de rigor que tanto gustan a los turistas extranjeros de alto poder adquisitivo. No es precisamente una ganga, pero vale la pena; sale unos $250 por persona. Abre todos los días mediodía y noche.
Arroyo 851, Retiro
T.4131 0000

Nectarine

No es sencillo llegar a este restaurante escondido. Hay que ir a la calle Vicente López, entre Rodríguez Peña y Montevideo, y enfilar por el Pasaje del Correo (uno de los rincones más parisinos de la ciudad); al fondo, casi al final hay una puerta con una empinada escalera de mármol que lleva a Nectarine. Es un local de 35 cubiertos, dividido en tres salones con vajilla inglesa y cocina a la vista, muy elegante, que se especializa en cocina francesa clásica. Las especialidades son el cordero de “La Biznaguita” y el pato en distintas preparaciones. La cava está a cargo de la ascendente Paz Levinson. Cuesta unos $300 por cabeza. Abre de lunes a viernes, mediodía y noche, y sábados por la noche.
Vicente López 1661 (Pasaje del Correo, Local 15), Recoleta
T. 4813 6993

El restaurant del Club Francés

Está en uno de los clubes más antiguos de Argentina, en el corazón de la Recoleta. Hace poco tiempo el arquitecto Iván Robredo recicló la recepción, el bar y el salón comedor. El hombre logró un conjunto de notable elegancia ya que rejuveneció la casa sin perder el bouquet parisino. En los fuegos está Ramiro Martínez, hombre que desfiló por las mejores cocinas locales y prepara especialidades como los moules et pommes frites (mejillones con papas fritas), y crepes de muslo confitado y espinacas con crema de hongos, arvejas y panceta. Es un lugar recomendado para sentirse transportado al elegante XVIe Arrondissement, aunque sea por un par de horas. Abre todos los días mediodía y noche. El costo por persona es de unos 200 pesos. 
Rodríguez Peña 1832, Recoleta
T.4812-5235

Bistrots

Los bistrots surgieron gracias a la caída del imperio napoleónico. Parece que cuando los rusos ocuparon París, clamaban por comida en los establecimientos al grito de “¡bistro!, ¡bistro!” (que quiere decir “rápido”, en ruso). Así empezaron a llamarse los lugares chicos e informales donde se ofrecen los platos del día escritos en una pizarra. Hoy el término se utiliza para denominar casi a cualquier restaurante pequeño y atendido por su dueño. No siempre son informales, no siempre son una ganga y suelen tener un menú. Aún así estos son algunos de los mejores bistrots franceses de la ciudad.

Azema

Se parece al cocinero bigotudo francés de la propaganda de Danette, pero es Paul Azema, un franco argentino sociólogo, amante del rock y de la cocina “créole” (francesa con influencias de las colonias de ultramar). La presencia de los aromas de Vietnam y New Orleans se hace sentir en los fuegos de este bistrot agradable e informal, poblado por libros de Tintin (viajero belga que refleja el gusto francófono por lo exótico). Una fija de la casa es el canard saignant (pato con mango y chutney) y las ribs al estilo de la Luisiana. Abre de lunes a sábados por la noche. El costo por persona es de $120, aproximadamente.
Angel Carranza 1875, Palermo
T. 4774-4191

À nos amours

Constant Anne es un fotógrafo parisino excéntrico que hace ya unos años decidió anclar en Buenos Aires. Luego de mucho cavilar fundó À Nos Amours, un pequeño bistrot que lleva el nombre de un film de Marcel Pialat. Sobre cada mesa hay libros en francés o castellano de autores como Kafka, Apollinaire, Breton, Sartre o Camus. La cocina es del mercado (Constant hace las compras todos los días) y con marcada inclinación por los pescados frescos. Dentro de una oferta variable, suelen aparecer el parfait de quesos de cabra y el blanquette de pollo orgánico. La cava cuenta con vinos biodinámicos y orgánicos. Abre de lunes a viernes de desde las 18, sábados de 12 en adelante. El costo por persona ronda los 100 pesos.
Gorriti 4488, Palermo
T. 4897-2072

La Olla de Félix

Un auténtico bistró, pequeño y simpático, que exhibe el plat du jour (plato del día) en sendas pizarras dentro y fuera del local. Félix Rueda, cordobés hasta la médula pero cultor de la cocina francesa de inspiración mediterránea, recibe una selecta clientela ávida de probar el soufflé de queso brie, el couscous de canard, el strudel de verduras o la excelente tarte tatin que acostumbra cocinar. Pero ojo, que el menú de siete platos cambia todos los días. El costo por persona ronda los 100 pesos. Abre de lunes a viernes mediodía y noche; sábado sólo por la noche.
Juncal 1693, Recoleta
T. 4811-2873

Brasseries

La guerra franco prusiana de 1870 también realizó su aporte culinario. Cuando Francia perdió Alsacia, muchos refugiados se instalaron en Paris y abrieron cervecerías, normalmente cerca de las estaciones de tren, donde además se podían comer preparaciones simples y populares a precios bajos. Estos lugares se llamaron brasseries, y se caracterizan por tener siempre un reloj grande y visible (para que a ningún viajero se le haga tarde y pierda el tren) y una barra de estaño para tomar algo.

Brasserie Pétanque

En San Telmo, esta brasserie es regenteada por Pascal Meyer, un simpático y extrovertido suizo (aunque no lo crean, existen algunos así). La cocina está a cargo de Sébastien Fouillade. El local, ubicado en una antigua esquina de México y Defensa, es muy agradable, con techos altos y arañas tipo globo que despiden una tenue luz. Además tiene una larga barra tapizada de botellas de Pastis. La ensalada Niçoise, el bœuf bourguignon (un estofado de carne y vino tinto hecho en una cocción muy lenta), el steak tartare (plato a base de carne vacuna magra cruda, aliñada con yema de huevo, alcaparras, echalotte, perejil y otros aderezos), la chucrut alsaciana y la crème brûlée de naranjas ya son platos tradicionales de la casa. Por persona cuesta unos 100 pesos. Abre de martes a domingo mediodía y noche.
Defensa 596, San Telmo
T. 4342-7930

Brasserie Berry

Si bien tiene sus altibajos, la Brasserie Berry es un auténtico reducto parisino. Ni bien se cruza la entrada uno se topa con la tricolor, una foto de la torre Eiffel y otra de los míticos cantautores Ferré, Brassens y Brel. Entre las especialidades de la casa se cuentan el clásico bœuf bourguignon, el confit de canard con papas Parmentier, el conejo al vino blanco, la marquise de chocolate y el parfait de mandarina. Cuesta alrededor de $120 por comensal. Abre de lunes a viernes al mediodía y de jueves a sábados por la noche.
Tucumán 775, Microcentro
T. 4394-5255

Cafés

No hay parisino que antes del trabajo no beba un buen "café au lait" con croissants, al paso o sentado con el diario. En los años 60 y los posteriores a Mayo del 68, los cafés, con sus mesas en las calles o en las terrazas acostumbraban a reunir a buena parte de la avanzada intelectual y artística de la época. Allí se ofrecía y se ofrecen, además de café, bebidas alcohólicas y platos muy sencillos, ensaladas y sándwiches como el famoso croque-monsieur (hecho con pan de brioche, queso gruyere, jamón y gratinado con salsa bechamel).

Croque Madame

El pequeño y coqueto edificio estilo neoclásico francés que se erige al costado del Museo Nacional de Arte Decorativo es el restaurante y café Croque Madame. Como buen café que se precie de tal, tiene mesas al aire libre y un patio empedrado junto a una fuente. Un verdadero oasis a pocos metros de Avenida Libertador. Además de una serie de tragos clásicos, ofrecen ensaladas, risottos y sándwiches para comer al paso, entre los que se destaca, como no, el croque-madame (a base de queso, jamón, salsa bechamel y huevo). ¿Cuánto cuesta comer algo liviano? Unos 60 pesos. Abre todos los días a partir de las 10 horas.
Av. del Libertador 1902, Palermo
T. 4806 8639

Le Blé

Con su toldo a rayas y sus mesitas a la calle, la esquina de Le Blé recibe a sus clientes con una interesante oferta de patisserie. Además de ricas tarteletas y tortas como la Normanda, uno se puede llevar la baguette bajo el brazo. Los productos están amasados y horneados en la casa. Sólo falta que suene la música de acordeón. El año pasado Le Blé inauguró una segunda sucursal en Chacarita. Abre de martes a domingos de 8 a 20 horas.
Alvarez Thomas 899, Colegiales
T. 4554 5350

Bares

Los parisinos copiaron los bares según el modelo estadounidense de principios del siglo XX. Se expandieron rápidamente por toda la ciudad, donde acostumbraban (y acostumbran) a tomar un trago haciendo barra. Nunca falta el pastis, una versión local del anís que se toma en el sur de Francia. Se sirve una medida en un vaso mediano o largo y se corta con un chorrito de agua a fin de que se desprendan los aromas propios de la bebida. ¿Dónde probarlo en Buenos Aires?

La Cigale

Nocturno y cosmopolita, La Cigale (la cigarra) uno de los pocos bares con espíritu francés de la ciudad, reúne un público de lo más interesante. Allí van desde expatriados que cumplen con el servicio civil, franceses radicados en Buenos Aires, alumnos de los colegios franceses y un extravagante público local. En su barra se pueden probar tragos varios, pero muy especialmente el mètre de Ricard, una horma de plástico donde se encastran ocho vasos de pastis que se deben tomar lenta y pausadamente, so pena de caer redondo en el intento. Esta “actividad” la suelen practicar los franceses meridionales cuando les sobra el tiempo. Comer cuesta unos $60 por persona. Abre de lunes a sábados a partir de las 18 horas.
25 de Mayo 597, 1º piso, Microcentro
T. 4893-2332

Le Bar

Este bar dentro de una casona reciclada de los años 30 es uno de los favoritos de los extranjeros. Si bien al mediodía está poblado por ejecutivos que trabajan en el Microcentro, por la noche la concurrencia varía en función del ciclo musical de turno. Hay algunos platos de fusión franco-marroquí, además de ratatouille y crème brûlée. Más de un nostálgico va a clavarse una copita de cognac Courvoisier (la marca favorita de Napoleón). Los tragos son buenos y el precio oscila entre los $23 y $35, según lo que se pida. Abre los lunes al mediodía, martes a viernes mediodía y noche. Sábados, únicamente por la noche.
Tucumán 422, Microcentro
T. 5219-0858

Panaderías

¿Boulangerie? Sí, ese nombre paquete que hace referencia a la panificación viene del término boule (bola), que era la bola de masa típica con la cual se hacía el pan. La reina del rubro es la emblemática baguette, sinónimo de Paris ya que allí fue donde se inventó. Le siguen la ficelle, la broche, la flûte (flauta) y el pain rond, entre otros. La pattiserie es la famosa pastelería francesa, mientras que el término viennoiserie tiene que ver con la bollería dulce cuyo origen se encuentra en Viena, pero que fue adoptada con entusiasmo por los panaderos franceses. En Buenos Aires no sobran lugares donde encontrar estos productos, pero hay dos que son recomendables.

L'epi

La panadería de los parisinos Bruno Guillot y Olivier Hanocq ya no es ninguna novedad entre los foodies porteños que van especialmente hasta sus locales en Villa Ortúzar y en Recoleta para conseguir panificados únicos. Los franceses elaboran pan de campo, de centeno, salvado, de nuez y pasas de uva, baguettes, además de pain au chocolat y croissants. Usan un horno de ladrillos construido en 1911 que calientan con leña. El resultado: productos de primera.
Roseti 1769, Villa Ortúzar
Montevideo 1567, Recoleta

Frank Dauffois

Franck Dauffois es un sujeto que más que un panadero parece un baterista punk. Tiene un sencillo local a metros de Parque Centenario, en una ochava sin carteles luminosos ni ningún tipo de inscripción pintada en la vidriera que indique que ahí funciona una panadería. Pero cuando uno se acerca o pasa por delante, el aroma que sale de adentro atrapa y obliga a parar. Entre otras exquisiteces preparan croissants, pain au chocolat, pan de brioche y baguettes, además de buenas quiche individuales. En viennoiserie hay cosas como mille feuille de crema pastelera, éclair de chocolate, y una especialidad es el kouign-amman, una especie de torta inventada en 1860 en Dournenez, Bretaña. Franck usa un horno eléctrico con piedras traído de Francia.
Ambrosetti 901, Parque Centenario

Inapiración: Revista Joy

viernes, 8 de julio de 2011

Budín de chocolate



En el mercado

1 pote de crema chico [200 cc]
1 pote de azúcar [utilizar el pote de crema de medir]
1 pote de harina leudante [utilizar el pote de crema de medir]
1 huevo
150 g. de chocolate para taza
100 g. de nueces [opcional]

En la cocina

1) Precalentar el horno a temperatura baja.
2) Mezclar la crema con el huevo. Agregar el azúcar, la harina y, por último, las nueces picadas [opcional].
3) Agregar el chocolate derretido.
4) Verter la preparación en un molde para budín grande [30 cm. de largo] y cocinar a fuego suave durante 1 hora aproximadamente o hasta que esté cocido.

Inspiración: El tenedor rosa

jueves, 7 de julio de 2011

Tarta de dulce de leche y chocolate



En el mercado

- Para la masa

1 taza colmada de harina
1 cucharada de cacao amargo
1/2 cucharadita de polvo de hornear
1/2 cucharadita de bicarbonato de sodio
100 g. de manteca
1 cucharada de azúcar
1 huevo

- Para el relleno

500 g. de dulce de leche [el que más les guste]

- Para la cobertura (ganache)

100 g. de chocolate [el mejor que puedan comprar]
100 g. de crema de leche

El chocolate negro puede ser reemplazado por chocolate blanco.

En la cocina

- Para la masa

1) Tamizar la harina con el polvo de hornear, el bicarbonato de sodio, el cacao amargo (si no tienen, cambien por una cucharada de harina), y el azúcar.
2) Agregar la manteca cortada en cubos y mezclar todo hasta que quede un arenado.
3) Agregar el huevo batido y unir todo hasta formar un bollo.
4) Envolverlo en papel film y dejarlo descansar en la heladera por media hora.
5) Precalentar el horno a fuego medio. Estirar la masa y cubrir con ella una tartera desmoldable [una rectangular de 20x30 cm. o una redonda de 25 cm.].
6) Colocar un trozo de papel de aluminio con porotos u otra legumbre por encima, para que haga peso e impida que la masa crezca en el horno.
7) Cocinar por 10 o 15 minutos, luego retirar el papel de aluminio con los porotos. Volver a meter en el horno cinco minutos más.

- Para el relleno

Una vez lista dejar enfriar y rellenar con el dulce de leche.

- Para la cobertura (ganache)

1) Hacer la ganache de chocolate calentando en una olla la crema. Cuando haya levantado temperatura, apagar el fuego y agregarle el chocolate picado.
2) Dejar reposar 10 minutos y recién entonces revolver bien hasta que se hayan disueltos todos los trozos de chocolate. Cubrir la torta cuidadosamente. Dejar que el chocolate se endurezca y desmoldar.

Inspiración: El tenedor rosa

martes, 5 de julio de 2011

{Tarteletas de chocolate blanco y frambuesa}

tarteletas de frambuesas y choc blanco

Porciones: 6 unidades

En el mercado

- Para la masa

115 g. de manteca
120 g. de harina
2 cucharadas de cacao amargo
2 cucharadas de azúcar
2 pizcas de sal
1 yema
1 cucharada de agua fría

- Para el relleno

500 g. de queso mascarpone
10 cc. de crema de leche
100 g. de chocolate blanco
Un puñado de frambuesas
Azúcar impalpable, cantidad necesaria

En la cocina

- Para la masa

1) En un bowl, arenar la manteca fría junto con todos los ingredientes secos.
2) Aparte, batir ligeramente la yema con el agua y volcar en los ingredientes secos.
3) Formar un bollo y dejar descansar media hora en la heladera.
4) Estirar la masa y forrar moldes desmontables para tarta de 12 cm. de diámetro.
5) Llevar nuevamente a la heladera por 15 minutos.
6) Llevar a horno precalentado moderado de 10 a 15 minutos, hasta que la masa esté cocida y sequita. Retirar y dejar enfriar sobre una rejilla.

- Para el relleno

1) Mezclar el mascarpone con la crema y el chocolate derretido.
2) Rellenar las tarteletas.
3) Cubrir la superficie con las frambuesas.
4) Espolvorear con azúcar impalpable.

Inspiración: Revista Maru Botana y www.marubotana.tv

domingo, 3 de julio de 2011

Scones clásicos



Porciones: 18 unidades

En la cocina

250 g. de harina leudante
2 cucharadas de polvo de hornear
60 g. de manteca
30 g. de azúcar
1 huevo
50 cc. de leche, aproximadamente

En el mercado

1) En un bowl, colocar la harina junto con el polvo de hornear tamizados.
2) Agregar la manteca y con la punta de los dedos, formar un arenado.
3) Aparte, en una jarra de medir, romper el huevo y agregar leche hasta llegar a 150 cc.
4) Batir ligeramente y volcar en el centro de la mezcla de harina y manteca junto con el azúcar.
5) Mezclar levemente hasta obtener una masa suave.
6) Luego, estirar la masa con un palo de amasar hasta que obtenga 1 cm. de altura.
7) Con un cortapasta, hacer círculos de 5 cm. de diámetro.
8) Disponer en una placa enmantecada, pintarlos con leche y llevarlos a horno precalentado fuerte por 10 minutos, hasta que leven y tomen color.
9) Servir tibios con manteca y mermeladas caseras.

Inspiración: Revista Maru Botana